Autismo y Menopausia: Una cambio silencioso en la vida de las mujeres autistas
- Jesus Gomez Frye
- 11 may
- 6 Min. de lectura

La menopausia es una etapa de profundos cambios hormonales, físicos y emocionales en la vida de las mujeres. Sin embargo, para las mujeres autistas, este período supone desafíos adicionales que a menudo pasan desapercibidos en la investigación clínica y en la práctica médica. La interacción entre la disminución de estrógenos, la regulación neuroquímica y las características propias del espectro autista puede intensificar síntomas ya presentes, dificultar la gestión de las emociones y agravar las barreras para acceder a una atención médica adecuada. Este artículo explora cómo la perimenopausia y la menopausia impactan específicamente en las mujeres autistas, desde los cambios hormonales y la salud mental hasta las dificultades diagnósticas y las estrategias de afrontamiento, con el objetivo de visibilizar una realidad aún poco abordada pero crucial para el bienestar de esta población.
Cambios Hormonales y Exacerbación de Rasgos Autistas
1. Disminución de Estrógeno y Neurotransmisores:
Durante la perimenopausia y la menopausia, los niveles de estrógeno disminuyen significativamente. Este descenso afecta la regulación de neurotransmisores clave como la serotonina y la dopamina, que son esenciales para el estado de ánimo, la cognición y el procesamiento sensorial. En mujeres autistas, esta alteración puede intensificar rasgos como la sensibilidad sensorial, la ansiedad y las dificultades en la función ejecutiva.
2. Sensibilidad Sensorial Aumentada:
La hipersensibilidad sensorial, característica del autismo, puede verse exacerbada durante la menopausia. Síntomas comunes como los sofocos y los cambios de temperatura pueden resultar especialmente abrumadores. Además, la disminución de estrógeno puede afectar la actividad de receptores NMDA y AMPA, lo que podría contribuir a una mayor reactividad sensorial.

3. Impacto en la Función Ejecutiva:
La reducción de dopamina asociada con la disminución de estrógeno puede afectar negativamente la función ejecutiva, incluyendo la planificación, la organización y la memoria de trabajo. Esto puede dificultar aún más la gestión de las tareas diarias y la adaptación a cambios en la rutina.
4. Desregulación Emocional:
Los cambios hormonales pueden intensificar la desregulación emocional en mujeres autistas, aumentando la irritabilidad, la ansiedad y las fluctuaciones del estado de ánimo. La disminución de serotonina y endorfinas puede contribuir a estos cambios emocionales, haciendo que las mujeres autistas sean más susceptibles a la depresión y otros trastornos del estado de ánimo durante la menopausia.

Salud Mental: Un Riesgo Incrementado
1. Mayor Vulnerabilidad a Trastornos del Estado de Ánimo
Las mujeres autistas presentan una mayor prevalencia de trastornos como la ansiedad y la depresión. Durante la menopausia, estos riesgos se incrementan debido a la inestabilidad hormonal y a la interrupción de rutinas establecidas, fundamentales para muchas personas en el espectro autista. Además, la dificultad para identificar y comunicar síntomas internos (interocepción) puede retrasar el diagnóstico y el tratamiento adecuado.
2. Intensificación de la Desregulación Emocional
La menopausia puede intensificar la desregulación emocional en mujeres autistas, aumentando la irritabilidad, la ansiedad y las fluctuaciones del estado de ánimo. La disminución de serotonina y endorfinas puede contribuir a estos cambios emocionales, haciendo que las mujeres autistas sean más susceptibles a la depresión y otros trastornos del estado de ánimo durante esta etapa.
3. Desafíos en la Interocepción
Muchas mujeres autistas experimentan dificultades con la interocepción, es decir, la capacidad de percibir y comprender las señales internas del cuerpo, como el hambre, la sed o los cambios de temperatura. Durante la menopausia, esta dificultad puede hacer que los síntomas físicos y emocionales sean más difíciles de reconocer y manejar, lo que puede retrasar la búsqueda de ayuda y el tratamiento adecuado.
Barreras en el Acceso a la Atención Médica

1. Desconocimiento y Falta de Formación Profesional
Muchos profesionales de la salud carecen de formación específica sobre cómo el autismo se manifiesta en mujeres adultas, especialmente durante la menopausia. Esta falta de conocimiento puede llevar a interpretaciones erróneas de los síntomas, atribuyéndolos a causas psicológicas o descartándolos como exageraciones. Un estudio reciente destaca que las mujeres autistas a menudo se sienten incomprendidas y no reciben el apoyo adecuado durante esta etapa de transición.
2. Desafíos en la Comunicación
Las diferencias en la comunicación entre mujeres autistas y profesionales de la salud pueden dificultar la expresión de síntomas y necesidades. La dificultad para identificar y comunicar síntomas internos (interocepción) puede retrasar el diagnóstico y el tratamiento adecuado.
3. Sesgos de Género y Diagnóstico Tardío
Históricamente, el diagnóstico de autismo se ha centrado en patrones observados en hombres, lo que ha llevado a un subdiagnóstico en mujeres. Esto significa que muchas mujeres autistas llegan a la menopausia sin un diagnóstico formal, lo que complica aún más la identificación y el manejo de los síntomas relacionados con el autismo durante esta etapa .
4. Falta de Materiales Educativos Adaptados
Existe una escasez de recursos educativos sobre la menopausia que estén adaptados a las necesidades de las mujeres autistas. La información disponible a menudo no considera las diferencias sensoriales y cognitivas, lo que dificulta la comprensión y aplicación de estrategias para manejar los síntomas.
Diagnóstico Tardío: La Menopausia como Punto de Inflexión
1. El colapso de las estrategias de camuflaje
Muchas mujeres autistas han desarrollado desde la infancia mecanismos de camuflaje social para adaptarse a las expectativas neurotípicas. Sin embargo, durante la perimenopausia, la disminución de estrógeno y otros cambios hormonales pueden intensificar rasgos autistas como la sensibilidad sensorial, la ansiedad y la dificultad para regular las emociones. Esto puede hacer que las estrategias de camuflaje previamente efectivas se vuelvan insostenibles, llevando a una crisis de identidad y al reconocimiento de patrones de comportamiento previamente ignorados.
2. La búsqueda de respuestas
Los síntomas menopáusicos, como la niebla mental, los cambios de humor y la fatiga, pueden superponerse con características del autismo, lo que lleva a muchas mujeres a buscar explicaciones para su malestar. Al investigar o consultar con profesionales de la salud, algunas descubren que sus experiencias se alinean con el espectro autista, lo que puede resultar en un diagnóstico formal o en una autoidentificación.
3. Validación y redefinición de la identidad
Recibir un diagnóstico de autismo en la adultez puede ser una experiencia profundamente transformadora. Muchas mujeres reportan sentimientos de alivio y validación al comprender que sus desafíos no eran fallas personales, sino manifestaciones de una neurodivergencia no reconocida. Este entendimiento puede llevar a una reevaluación de experiencias pasadas y a la adopción de estrategias de autocuidado más efectivas.
4. Desafíos en el sistema de salud
A pesar de los beneficios de un diagnóstico, muchas mujeres enfrentan barreras en el sistema de salud, incluyendo la falta de conocimiento sobre el autismo en mujeres y la tendencia a atribuir sus síntomas a causas psicológicas o hormonales sin una evaluación adecuada. Esto puede retrasar el diagnóstico y limitar el acceso a apoyos necesarios.
Estrategias de Afrontamiento y Recomendaciones
1. Educación y Conciencia: La información es una herramienta poderosa para el manejo de la menopausia en mujeres autistas. Comprender cómo los cambios hormonales pueden intensificar la sensibilidad sensorial, la ansiedad o la niebla mental permite anticipar posibles desafíos y planificar estrategias proactivas. Acceder a recursos adaptados —como guías accesibles, material audiovisual inclusivo y literatura especializada— puede facilitar este aprendizaje. Además, involucrar a la familia o entorno cercano en este proceso educativo contribuye a crear un espacio más comprensivo y de apoyo. Estudios recientes subrayan que la psicoeducación mejora la autoeficacia y reduce el estrés asociado a síntomas menopáusicos en poblaciones neurodivergentes (Moseley et al., 2020).
2. Redes de Apoyo: La pertenencia a comunidades neurodivergentes y grupos de mujeres autistas atravesando la menopausia es vital para reducir el aislamiento emocional y compartir experiencias validadoras. Estas redes pueden encontrarse tanto en espacios presenciales como virtuales, incluyendo foros, grupos de redes sociales y asociaciones de autismo. La interacción con otras mujeres que entienden las dificultades específicas de esta etapa fomenta la normalización de las vivencias y permite intercambiar estrategias prácticas. Además, el apoyo entre pares ha mostrado beneficios psicológicos directos al ofrecer un sentido de pertenencia y disminuir la carga emocional (Crane et al., 2021).
3. Atención Médica Especializada: Consultar con profesionales de la salud que tengan formación en autismo y menopausia mejora significativamente la experiencia clínica de las mujeres autistas. Estos profesionales pueden ofrecer un abordaje más empático, adaptado y basado en evidencia, evitando la minimización de síntomas o atribuciones erróneas. Es recomendable buscar endocrinólogos, ginecólogos o médicos de atención primaria sensibilizados con la neurodiversidad, así como terapeutas ocupacionales o psicólogas clínicas especializadas en mujeres autistas adultas. La colaboración interdisciplinaria es clave para un abordaje integral que contemple la dimensión física, mental y sensorial de la menopausia.
4. Rutinas Flexibles y Autocuidado Individualizado: Aunque las rutinas suelen aportar estructura y previsibilidad a las personas autistas, la menopausia puede requerir ajustes debido a la variabilidad de los síntomas. Incorporar prácticas de autocuidado personalizadas —como ejercicios de respiración, pausas sensoriales, actividad física suave o técnicas de regulación emocional— puede ayudar a mitigar la ansiedad y la sobrecarga sensorial. La flexibilidad en las expectativas y en la planificación diaria es esencial para adaptarse a días con mayor fatiga, insomnio o malestar. También es útil priorizar actividades que generen confort sensorial, como ambientes controlados de temperatura, tejidos suaves o alimentos fáciles de tolerar.
Conclusiones
La menopausia representa un punto de inflexión complejo para muchas mujeres autistas, en el que los cambios hormonales no solo afectan la fisiología, sino que amplifican rasgos neurodivergentes que habían sido gestionados mediante estrategias de adaptación o camuflaje a lo largo de la vida. Este proceso puede derivar en un diagnóstico tardío, pero también en una oportunidad de autoconocimiento y validación. Sin embargo, las barreras estructurales en el acceso a la salud, la falta de formación de los profesionales y la ausencia de recursos adaptados evidencian una urgente necesidad de cambio. Reconocer y atender las particularidades de la menopausia en mujeres autistas no solo es un acto de justicia sanitaria, sino un paso esencial hacia un modelo de atención inclusivo, informado y respetuoso de la neurodiversidad.
Comments