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Día del Orgullo Autista: celebrar la autenticidad sin pedir permiso

  • Foto del escritor: Jesus Gomez Frye
    Jesus Gomez Frye
  • hace 14 horas
  • 4 Min. de lectura

Cada 18 de junio se celebra el Día del Orgullo Autista, una fecha que no nació desde instituciones médicas ni campañas de concienciación externas, sino desde la propia comunidad autista. No es un día para hablar “sobre” el autismo desde afuera, sino para escucharlo y vivirlo desde adentro. Es un acto de visibilidad, de reconocimiento y, sobre todo, de orgullo por ser quienes somos sin necesidad de adaptarnos a moldes ajenos.


¿Por qué un día del orgullo?


A diferencia del 2 de abril, que muchas veces se enfoca en el autismo como una “condición a tratar” desde un lenguaje médico o asistencialista, el 18 de junio es un llamado a romper con el capacitismo, esa forma sutil (o no tanto) de discriminar a quienes se salen de la norma neurológica. El Día del Orgullo Autista surge en 2005 gracias a iniciativas autogestionadas por personas autistas, como Aspies for Freedom, con el propósito de afirmar el valor, la dignidad y la diversidad de las mentes neurodivergentes.

El símbolo del infinito multicolor, que representa la neurodiversidad, reemplaza aquí a los lazos azules. Porque el autismo no es una tragedia. No es una epidemia. No es algo que deba “combatirse”. Es una forma válida de ser en el mundo.


Orgullo no significa ausencia de dificultad


Tener orgullo no significa negar que el entorno puede ser hostil, ni que muchas personas autistas enfrentan desafíos significativos en su día a día. El problema, sin embargo, no está en el autismo, sino en la incomprensión del entorno, en las exigencias sociales inflexibles, en la falta de adaptaciones, en los prejuicios y en la invisibilidad.

Muchas personas autistas, especialmente mujeres y personas no binarias, pasan años sin diagnóstico, aprendiendo a enmascararse, a camuflar sus verdaderas necesidades para “encajar”. Este día también es para ellas. Para quienes han vivido en silencio, sintiendo que eran “demasiado” sensibles, intensas o diferentes. El orgullo es el primer paso hacia la descompresión, el descanso y la autenticidad.


¿Qué celebramos?


En este día celebramos:

  • Que no estamos rotos ni defectuosos: estamos hechos de otra forma.

  • Que nuestras formas de comunicar, sentir y pensar son valiosas.

  • Que merecemos respeto sin tener que disfrazarnos de neurotípicos.

  • Que tenemos derecho a vivir sin máscaras, con apoyo, con comunidad.

  • Que somos parte de la riqueza humana: diversidad no es error.

 

¿Cómo acompañar desde fuera?


Quienes no son autistas también tienen un rol importante en la construcción de una sociedad más inclusiva. Acompañar no significa hablar por las personas autistas ni “ayudarlas” desde una mirada paternalista. Acompañar es crear espacios donde puedan ser ellas mismas, sin juicios ni exigencias de normalidad. Aquí algunas formas concretas de hacerlo:

1. Escuchar las voces autistas. Muchas veces, las conversaciones sobre autismo son dominadas por profesionales, familiares o instituciones, mientras que las personas autistas quedan al margen. Escuchar directamente sus experiencias, leer sus testimonios, seguir sus proyectos y respetar su lenguaje es el primer paso para comprender desde adentro.

2. Cuestionar los mitos y estereotipos. No todas las personas autistas son iguales. No todas son genios, ni todas tienen dificultades severas. El espectro autista es amplio y diverso. Evitar generalizaciones ayuda a ver a cada persona como un ser único, con sus propias necesidades, intereses y formas de comunicarse.

3. No exigir camuflaje. Muchas personas autistas han aprendido a enmascararse para sobrevivir en entornos que no respetan su forma de ser. Celebrar el orgullo autista implica dejar de exigir ese esfuerzo constante por parecer “neurotípico” y, en cambio, valorar la autenticidad.

4. Promover entornos accesibles. La accesibilidad no es solo física. También implica adecuar la comunicación, permitir tiempos de descanso, reducir estímulos sensoriales cuando sea posible, y ser flexibles con las formas de interacción. Pequeños cambios pueden hacer una gran diferencia.

5. Respetar los límites y las formas de comunicación. Algunas personas autistas prefieren la comunicación directa, otras no mantienen contacto visual, algunas necesitan tiempo para procesar lo que escuchan. Acompañar es aceptar esas diferencias sin interpretarlas como frialdad, desinterés o desobediencia.

6. Revisar nuestras propias creencias. A veces, sin darnos cuenta, repetimos ideas capacitistas que hemos aprendido desde pequeños: que hay una sola manera correcta de comunicarse, de comportarse, de aprender o de participar en sociedad. Cuestionar esas ideas es un acto necesario de empatía y evolución.

7. Ceder espacio, no protagonismo. El protagonismo en la conversación sobre autismo debe estar en manos de las personas autistas. Acompañar también implica saber cuándo hablar y cuándo hacer silencio, cuándo apoyar y cuándo dar espacio para que la voz propia se exprese con libertad.

 

Acompañar bien no significa tener todas las respuestas, sino estar dispuestos a aprender, desaprender y respetar. El orgullo autista no se construye solo desde dentro de la comunidad, sino también desde una sociedad que deje de ver la diferencia como un problema, y comience a verla como lo que realmente es: una forma valiosa de ser humano.

También es clave revisar nuestras ideas sobre la productividad, la comunicación, la socialización: ¿por qué valoramos tanto lo uniforme? ¿Qué pasaría si empezáramos a ver lo diferente no como problema, sino como posibilidad?


El Día del Orgullo Autista no es solo una fecha en el calendario: es una invitación a mirar el mundo con otros ojos, a romper con ideas antiguas sobre lo que significa ser “normal” y a reconocer la riqueza que habita en la diferencia. No se trata de tolerar ni de incluir como un gesto de buena voluntad, sino de transformar profundamente nuestras formas de convivir, educar, relacionarnos y construir comunidad.

Para las personas autistas, este día es una afirmación de identidad, de dignidad y de pertenencia. Para quienes no lo son, es una oportunidad de acompañar desde el respeto, la escucha y la humildad.

Celebrar el orgullo autista es defender el derecho a ser uno mismo sin miedo, sin máscaras y sin tener que pedir permiso. Es afirmar que no hay una única forma válida de ser humano, y que en la diversidad neurológica también hay belleza, sabiduría y posibilidad.

Que este día no sea solo una conmemoración simbólica, sino el comienzo (o la continuación) de un compromiso profundo con una sociedad más empática, más justa y verdaderamente inclusiva.

 

 
 
 

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