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¿Autismo o Trastorno Límite de la Personalidad? Una mirada empática a dos diagnósticos que se confunden con frecuencia

  • Foto del escritor: Jesus Gomez Frye
    Jesus Gomez Frye
  • 18 jul
  • 3 Min. de lectura
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En la práctica clínica, es común encontrar personas —especialmente mujeres— que han sido diagnosticadas con Trastorno Límite de la Personalidad (TLP) durante años, para luego descubrir que en realidad son personas autistas sin diagnóstico previo. Esta confusión diagnóstica no es casual: ambos perfiles pueden compartir rasgos similares como la inestabilidad emocional, dificultades en las relaciones interpersonales y conductas impulsivas.

Sin embargo, confundir uno con otro puede tener consecuencias importantes, especialmente en términos de tratamiento, comprensión personal y calidad de vida. Por eso, es fundamental explorar las similitudes y diferencias entre ambos desde una mirada basada en evidencia científica, neuroafirmativa y empática.


¿Qué es el Trastorno Límite de la Personalidad?


El TLP es una condición de salud mental caracterizada por una marcada inestabilidad emocional, problemas en la autoimagen, relaciones interpersonales intensas y cambiantes, y una alta impulsividad. Según el DSM-5 (APA, 2013), para su diagnóstico se requieren al menos cinco de los nueve criterios específicos, incluyendo miedo al abandono, conductas autodestructivas, sentimientos crónicos de vacío y dificultades en el control de la ira.

El TLP se asocia comúnmente con experiencias traumáticas en la infancia, como abuso, negligencia o invalidación emocional crónica (Fonagy et al., 2017). Las intervenciones terapéuticas más efectivas incluyen enfoques como la terapia dialéctico-conductual (DBT).


¿Y qué es el autismo?


El trastorno del espectro autista (TEA) es una condición del neurodesarrollo caracterizada por diferencias en la comunicación social, patrones restrictivos o repetitivos de comportamiento, e hipersensibilidad o hiposensibilidad sensorial (APA, 2013).

Las personas autistas no están "emocionalmente inestables", sino que experimentan y procesan las emociones de manera diferente, a menudo con mayor intensidad o retraso. En el caso de mujeres autistas o personas asignadas mujeres al nacer (AFAB), el diagnóstico suele retrasarse debido a estrategias de camuflaje y a una expresión más internalizada del autismo (Lai et al., 2015).


¿Por qué se confunden?


El problema radica en que ciertos rasgos pueden parecer similares en la superficie, aunque tengan orígenes y funciones distintas. Por ejemplo:

  • Las personas autistas pueden experimentar crisis emocionales ante la sobrecarga sensorial o social, lo cual puede interpretarse erróneamente como "inestabilidad emocional".

  • El retraimiento social o los problemas para mantener amistades pueden ser malentendidos como relaciones inestables, uno de los criterios del TLP.

  • La rigidez cognitiva en el autismo puede parecerse a los patrones dicotómicos de pensamiento (todo o nada) observados en el TLP.

Además, el máscaramiento autista, que implica imitar conductas neurotípicas para encajar, puede derivar en agotamiento, irritabilidad y confusión sobre la propia identidad, síntomas que se superponen con los del TLP.


Cuadro comparativo: TLP vs. Autismo

Característica

Trastorno Límite de la Personalidad (TLP)

Trastorno del Espectro Autista (TEA)

Origen principal

Trauma temprano, invalidación emocional

Neurodesarrollo, origen prenatal/genético

Relaciones interpersonales

Intensamente inestables, miedo al abandono

Dificultad para iniciar/interpretar vínculos sociales

Regulación emocional

Emociones intensas y cambiantes

Emociones intensas, pero con dificultad para expresarlas

Autoimagen

Inestable, cambiante

Difusa por enmascaramiento o falta de pertenencia

Conductas impulsivas

Alta impulsividad (gasto, sexo, drogas, etc.)

Menor impulsividad; rutinas rígidas pueden prevenirla

Autolesiones/suicidio

Alta prevalencia

También presentes, especialmente en casos de burnout

Empatía

Empatía cognitiva alterada, emocional conservada

Empatía emocional intacta, pero dificultades cognitivas

Sensorialidad

No característico

Hiper o hiposensibilidad sensorial

Patrones repetitivos/intereses

No presentes

Presentes: rutinas, intereses intensos y restringidos

Estrategias terapéuticas efectivas

DBT, terapia centrada en el trauma

Terapias neuroafirmativas, adaptaciones sensoriales

Distinguir entre autismo y TLP no es solo una cuestión técnica, sino una responsabilidad ética y clínica. Un diagnóstico equivocado puede llevar a tratamientos inapropiados, autoconceptos erróneos y mayor sufrimiento. Por eso, es vital que los equipos de salud mental cuenten con formación actualizada sobre el autismo femenino, el camuflaje y las presentaciones atípicas del espectro autista, especialmente en adultos.

Además, considerar el enfoque neuroafirmativo permite comprender que muchas de las conductas que se han considerado "patológicas" pueden ser simplemente expresiones de una forma distinta de ser, sentir y estar en el mundo.

Cuando alguien se pregunta “¿soy autista o tengo TLP?”, es importante abrir el espacio para una evaluación profunda, respetuosa y centrada en la persona. Porque encontrar el diagnóstico correcto puede ser, en muchos casos, la llave hacia una vida más auténtica, acompañada y en paz consigo misma.

 

 
 
 
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