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Poner límites siendo mujer autista: una guía práctica para cuidar tu energía y tu bienestar

  • Foto del escritor: Jesus Gomez Frye
    Jesus Gomez Frye
  • 28 nov
  • 4 Min. de lectura
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Poner límites es un desafío para muchas mujeres, pero para las mujeres autistas puede convertirse en una tarea especialmente compleja. No por falta de claridad interna —muchas veces sabemos exactamente lo que nos incomoda— sino por el peso del camuflaje social, el miedo a incomodar y la costumbre de priorizar las necesidades ajenas por sobre las propias.

La investigación reciente sobre autismo en mujeres muestra que el enmascaramiento social crónico, la hipersensibilidad emocional, la experiencia frecuente de burnout y la dificultad para interpretar dinámicas sociales impactan directamente en la capacidad de poner límites. Aprender a hacerlo es un acto de autocuidado, pero también un proceso de reeducación interna.


A continuación encontrarás una guía clara, empática y basada en evidencia para vivir tus límites como una herramienta de protección y autenticidad.


1. Entender por qué poner límites es más difícil en mujeres autistas


a) El enmascaramiento y la presión por “quedar bien”: Estudios han mostrado que las mujeres autistas tienden a camuflar más que los hombres, especialmente en contextos sociales y laborales. Este camuflaje puede incluir sonreír aunque algo incomode, evitar confrontaciones y aceptar demandas excesivas para no “destacar”. Esto agota, confunde y borra las señales internas de saturación.

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b) La alexitimia y la dificultad para identificar señales internas: Muchas mujeres autistas experimentan alexitimia (dificultad para identificar emociones). Esto hace que los límites surjan tarde: cuando ya hay irritabilidad, ansiedad o colapso.

c) La sensibilidad sensorial y emocional: Más estímulos = menos margen interno. Cuando tus sentidos están saturados, poner límites consume más energía, lo que puede llevar a evitarlo… hasta que el cuerpo se desborda.

d) Historia de invalidez emocional: Muchas mujeres autistas crecieron escuchando “no exageres”, “no pasa nada”, “eres muy intensa”. Esto afecta la confianza para afirmar necesidades reales.


2. Señales de que necesitas poner un límite (aunque te cueste verlo)

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  • Sientes tensión en el cuerpo (mandíbula, cuello, pecho).

  • Irritabilidad creciente sin causa clara.

  • Te descubres diciendo “sí” mientras tu mente grita “no”.

  • Te cuesta concentrarte después de interactuar con cierta persona.

  • Aparece agotamiento desproporcionado tras una situación social.

  • Empiezas a evitar lugares, mensajes o llamadas.

Tu cuerpo siempre habla más rápido que tu mente. Observar estas señales es el primer paso del límite.


3. Consejos prácticos para poner límites de manera accesible para mujeres autistas


a) Prepara frases listas (scripts)

Los guiones son una herramienta autista muy eficaz: reducen ansiedad, improvisación y carga social.

Algunos ejemplos:

  • Límite suave:

    “Ahora no puedo, pero puedo ayudarte mañana.”

  • Límite firme:

    “Gracias por pensar en mí, pero no voy a participar en esto.”

  • Límite de tiempo:

    “Puedo quedarme 30 minutos, después necesito descansar.”

  • Límite sensorial:

    “Este lugar es muy ruidoso para mí; necesito salir un momento.”

  • Límite emocional:

    “No puedo hablar de este tema ahora, me está sobrepasando.”

Practicar los guiones en voz baja o escribirlos ayuda a automatizarlos.


b) Usa límites escritos cuando hablar es difícil

Muchas mujeres autistas se comunican mejor por escrito.Puedes enviar un mensaje, una nota o un correo:

“Quería aclarar que necesito dejar este grupo por sobrecarga. Aprecio el espacio, pero mi bienestar viene primero.”

Lo escrito reduce la presión social inmediata.


c) Aplica el “micro-límite” diario

Los límites no solo se ponen en grandes decisiones, sino también en cosas pequeñas:

  • poner música más baja,

  • decir “no quiero abrazos ahora”,

  • usar audífonos,

  • apagar notificaciones,

  • pedir que repitan algo sin culpa,

  • retirarte a un espacio más tranquilo.

Un micro-límite a tiempo evita un colapso grande después.


d) Define tu “mapa personal de energía”

Cada mujer autista tiene un límite interno de energía. Identifica:

  • qué actividades te drenan más,

  • qué personas te saturan,

  • qué ambientes te intoxican sensorialmente,

  • cuánto tiempo real puedes sostener interacción social.

Pon límites antes de que el tanque esté vacío, no después.

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e) Usa la honestidad directa (pero amable)

Muchas mujeres autistas tienden a ser literales y directas —y eso es una fortaleza, no un defecto. Puedes usar una fórmula simple:

“No puedo hacer esto porque me sobrepasa, pero sí puedo hacer esto otro.”

Ejemplo:“No puedo ir al evento, pero feliz me uno a un café más tranquilo otro día.”


f) Normaliza decir NO sin explicar de más

Una de las dificultades comunes es creer que hay que justificar cada límite.Pero no.Un límite es completo sin una historia detrás.

Ejemplos breves:

  • “No puedo.”

  • “Hoy no me es posible.”

  • “No es un buen momento para mí.”

Tu “no” es suficiente.


g) Usa apoyos visuales o estructurales

  • agendas,

  • recordatorios,

  • horarios claros,

  • espacios designados de descanso.

La claridad externa ayuda a mantener la coherencia interna de los límites.


h) Practica el “tiempo de procesamiento”

Una frase útil:

“Necesito un momento para pensarlo. Te aviso más tarde.”

Esto permite evaluar tu energía y evitar compromisos impulsivos por presión social.


Recordatorio clave: poner límites no te hace difícil, te hace honesta


Para las mujeres autistas, los límites no son barreras: son herramientas de supervivencia.Son el modo de sostener las relaciones, la salud mental y su energía.

Poner límites es un acto de dignidad y claridad. Es un paso hacia la autonomía, pero también hacia una vida con menos ansiedad, menos burnout y más autenticidad.


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Ser una mujer autista significa vivir con un sistema sensorial, emocional y cognitivo único. En ese contexto, aprender a poner límites no es un capricho: es una práctica de autocuidado profundo. A través de scripts, comunicación clara, observación del cuerpo, límites escritos y micro-prácticas diarias, es posible construir relaciones más sanas y una vida más sostenible.

Poner límites no te separa de los demás: te acerca a ti misma. Y cuando te acercas a ti misma, todo lo demás empieza a ordenarse.

 

 
 
 

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