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Autismo y alexitimia: cuando ponerle nombre a lo que se siente no es tan simple

  • Foto del escritor: Jesus Gomez Frye
    Jesus Gomez Frye
  • 26 jul
  • 4 Min. de lectura
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¿Alguna vez te has sentido abrumado por una emoción que no puedes describir? ¿Te cuesta identificar si estás triste, enojado o simplemente cansado? Para muchas personas autistas, esta experiencia es cotidiana. Y no se trata de falta de interés o introspección, sino de una condición llamada alexitimia: la dificultad para reconocer y expresar las propias emociones.

Aunque no es exclusiva del autismo, la alexitimia es significativamente más frecuente en personas dentro del espectro. Este vínculo ha despertado el interés de investigadores y clínicos, y al mismo tiempo, plantea desafíos y oportunidades para la comprensión emocional de quienes viven con esta doble condición.


¿Qué es la alexitimia?


El término alexitimia proviene del griego y significa literalmente “sin palabras para las emociones”. Se refiere a una dificultad persistente para:

  • Identificar lo que se siente emocionalmente.

  • Diferenciar entre emociones y sensaciones corporales (por ejemplo, confundir ansiedad con hambre).

  • Describir verbalmente los estados emocionales.

  • Imaginar o fantasear (en algunos casos).

La alexitimia no implica ausencia de emociones. Las personas con alexitimia sienten, y muchas veces de forma intensa. El desafío está en traducir esas experiencias internas a un lenguaje comprensible, tanto para uno mismo como para los demás.


Autismo y alexitimia: ¿Cómo se relacionan?


Durante mucho tiempo se asumió que las dificultades emocionales en el autismo —como la expresión afectiva plana, la dificultad para comprender emociones ajenas o la tendencia al aislamiento— eran propias del autismo en sí. Sin embargo, investigaciones más recientes han empezado a cuestionar esa interpretación, planteando que en muchos casos estas características estarían más vinculadas a la alexitimia, una condición que puede coexistir con el autismo pero que no es exclusiva de él.


Alta comorbilidad, pero condiciones distintas


Estudios como los de Bird y Cook (2013) han mostrado que hasta un 50% de las personas autistas presentan alexitimia, frente al 10% de la población general. Este dato revela una alta comorbilidad, pero no una equivalencia: no todas las personas autistas son alexitímicas, y no todas las personas con alexitimia son autistas. Lo importante es entender cómo se combinan estas dos condiciones y qué implicancias tiene eso para la vida emocional.

La teoría de la “carga de alexitimia”

Una de las propuestas más influyentes en esta línea es la teoría de la carga de alexitimia, que sugiere que muchas de las aparentes dificultades empáticas y emocionales atribuidas al autismo en realidad pueden explicarse mejor por la presencia de alexitimia (Bird et al., 2010). Por ejemplo:

Cuando una persona autista con alexitimia tiene dificultades para identificar las emociones de otros, esto puede deberse a que primero tiene dificultades para identificar sus propias emociones. La empatía emocional, que parte del reconocimiento interno, se ve limitada.

En cambio, personas autistas sin alexitimia pueden mostrar una comprensión emocional profunda, incluso si la comunican de forma diferente o menos expresiva que los neurotípicos.

Este matiz cambia el paradigma: en vez de pensar que el autismo conlleva inevitablemente un "déficit empático", se abre la posibilidad de entender que hay diferentes perfiles emocionales dentro del espectro, determinados en parte por la presencia o ausencia de alexitimia.


¿Por qué se solapan?


Existen varias hipótesis sobre por qué la alexitimia es tan común entre personas autistas:

Dificultades en la interocepción: muchas personas autistas presentan alteraciones en la percepción de sus señales corporales internas (hambre, ritmo cardíaco, respiración, etc.). Dado que las emociones se manifiestan físicamente, una baja conciencia interoceptiva puede dificultar su identificación.

Estilos cognitivos orientados a lo concreto: algunos perfiles autistas se inclinan hacia formas de pensamiento lógico y analítico, lo que puede hacer más difícil procesar el mundo emocional, que suele ser ambiguo y subjetivo.

Experiencias emocionales intensas y abrumadoras: para algunas personas autistas, las emociones son vividas con una intensidad tan alta que resulta complicado desmenuzarlas o nombrarlas. Esto puede llevar al cierre emocional como mecanismo de defensa.

Entornos invalidantes o poco comprensivos: crecer en un entorno donde las emociones no son validadas o comprendidas, especialmente si uno se comunica de manera diferente, puede generar desconexión emocional como respuesta adaptativa.


Un impacto real en la vida diaria


La combinación de autismo y alexitimia puede afectar profundamente distintos aspectos de la vida:

Relaciones personales: dificultades para expresar afecto, comprender el lenguaje emocional de los demás o gestionar conflictos.

Salud mental: mayor riesgo de ansiedad, depresión, burnout y disociación emocional.

Autoconocimiento: obstáculos para tomar decisiones basadas en emociones, reconocer límites personales o identificar necesidades propias.

Acceso a la ayuda: si no se sabe lo que se siente, pedir ayuda emocional se vuelve aún más complejo.


Vivir con alexitimia siendo autista


Para una persona autista con alexitimia, el mundo emocional puede sentirse como un rompecabezas sin instrucciones. No es raro que estas personas:

  • Se sientan abrumadas sin saber por qué.

  • Eviten situaciones emocionales intensas por no saber cómo gestionarlas.

  • Tarden horas o días en entender lo que realmente sintieron en un momento determinado.

  • Sean vistas como insensibles, cuando en realidad están desconectadas de su propia brújula emocional.

Esto puede aumentar la ansiedad, el burnout autista y el riesgo de depresión, especialmente si no hay acompañamiento adecuado o un entorno comprensivo.


¿Cómo acompañar?


  1. Validar sin presionar: decir "entiendo que no puedas explicarlo ahora" puede ser más útil que insistir en "dime qué sientes".

  2. Ofrecer herramientas visuales o concretas: las escalas emocionales, diarios de emociones o tarjetas de identificación emocional pueden ayudar.

  3. Dar tiempo: algunas personas necesitan más espacio para procesar lo que sienten.

  4. Evitar interpretar desde fuera: frases como "estás exagerando" o "eso no te debería afectar tanto" invalidan la experiencia, aunque sea confusa o desorganizada.


Caminos de autoconocimiento


Si bien la alexitimia no "se cura", es posible desarrollar habilidades emocionales con apoyo adecuado. La psicoterapia centrada en la interocepción (percepción interna del cuerpo), la educación emocional adaptada y un enfoque comprensivo pueden ser claves.

También es importante diferenciar entre “necesito ayuda para entender mis emociones” y “estoy roto”. La primera es una necesidad legítima. La segunda es una conclusión dañina, y falsa.

La relación entre autismo y alexitimia nos recuerda que no todas las personas sienten igual, ni expresan igual lo que sienten. Comprender esta realidad abre la puerta a un acompañamiento más empático y respetuoso, que prioriza la autenticidad sobre las apariencias.

Reconocer las emociones no es simple para todos. Pero eso no las hace menos reales, ni menos dignas de ser escuchadas.

 
 
 

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