Cómo desenmascarar el autismo y vivir con autenticidad
- Jesus Gomez Frye
- 13 jun
- 5 Min. de lectura

Durante años, muchas personas autistas —especialmente mujeres, personas no binarias y otras identidades tradicionalmente invisibilizadas— han vivido tras una máscara. No una máscara física, sino una hecha de comportamientos aprendidos, respuestas sociales ensayadas y una constante vigilancia interna para "encajar". A este fenómeno se le conoce como masking o enmascaramiento autista, y aunque puede parecer una estrategia de adaptación, tiene un alto costo emocional, cognitivo y físico.
Desenmascarar el autismo no significa abandonar toda forma de adaptación al entorno, sino empezar a elegir conscientemente cuándo y cómo mostrarnos tal cual somos, priorizando nuestro bienestar. En esta entrada, exploraremos qué es el enmascaramiento, por qué lo hacemos, qué consecuencias tiene y cómo iniciar un camino hacia una vida más auténtica.
¿Qué es el enmascaramiento autista?
El enmascaramiento es un conjunto de estrategias que las personas autistas desarrollan —consciente o inconscientemente— para ocultar sus diferencias neurocognitivas y adaptarse a las normas sociales neurotípicas. Puede incluir:
Imitar expresiones faciales y lenguaje corporal de otras personas.
Forzarse a mantener contacto visual.
Ensayar frases antes de hablar.
Reprimir conductas autorregulatorias (como balancearse o jugar con objetos).
Esconder la confusión o el malestar en situaciones sociales.
Este camuflaje no nace de la manipulación o la mentira, sino del deseo profundo de pertenecer, evitar el rechazo o incluso sobrevivir en entornos que no comprenden la neurodivergencia.
¿Por qué lo hacemos?
Desde la infancia, muchas personas autistas reciben el mensaje —directo o indirecto— de que sus formas naturales de ser son "raras", "exageradas" o "incorrectas". Esto puede generar ansiedad, baja autoestima y un impulso interno por "corregirse" para ser aceptadas. En contextos escolares, laborales o familiares donde no se reconoce la neurodiversidad, el enmascaramiento se convierte en una herramienta de supervivencia.

En el caso de muchas niñas y mujeres autistas, el enmascaramiento es especialmente frecuente debido a las expectativas de género que promueven la empatía, la socialización y la docilidad como valores centrales del comportamiento femenino.
El precio del enmascaramiento
Aunque el enmascaramiento puede parecer útil a corto plazo, estudios recientes (Hull et al., 2020) han demostrado que su uso constante se asocia con:
Fatiga crónica
Ansiedad y depresión
Despersonalización
Burnout autista
Dificultades en la identidad
Muchas personas autistas describen la experiencia de enmascararse como "actuar todo el tiempo" o "vivir en modo automático", perdiendo contacto con sus propias emociones y deseos. La desconexión interna puede llegar a ser tan fuerte que, al quitarse la máscara, ya no saben quiénes son.
¿Cómo empezar a desenmascararse?
Desenmascararse no es un acto inmediato, sino un proceso paulatino, personal y profundamente emocional. Implica reconectar con partes de una misma que quizás han estado dormidas, silenciadas o reprimidas durante años. Aquí te propongo algunas claves para iniciar ese camino, desde la autoescucha hasta la acción cotidiana:
1. Reconocer que la máscara existe
Antes de poder quitártela, necesitas verla. Muchas personas autistas han llevado una máscara durante tanto tiempo que se confunde con su identidad. Puedes comenzar observando:
¿Qué comportamientos haces “porque así se espera”?
¿Qué partes de ti escondes por miedo a ser juzgada?
¿Te sientes más cansada o ansiosa después de interacciones sociales?
Ejemplo: Si en el trabajo sonríes y haces comentarios superficiales para parecer sociable, pero luego necesitas horas de soledad para recuperarte, eso puede ser una señal clara de enmascaramiento.
2. Validar tu experiencia como autista
No necesitas una validación externa para empezar a darte permiso. Saber que eres autista —ya sea por diagnóstico o por autoconocimiento— es suficiente para empezar a comprenderte desde un lugar más amable. Es importante recordarte que:
No estás sola: muchas otras personas han vivido este mismo proceso.
Tus reacciones no son exageradas ni ilógicas, tienen una base neurológica.
El malestar que sientes no es por “fallar en ser normal”, sino por estar forzándote a ser quien no eres.
Ejemplo: Si notas que el contacto visual te resulta invasivo, puedes dejar de forzarlo poco a poco. Mirar a otro lado no significa que seas descortés, significa que estás cuidando tu regulación sensorial.
3. Crear espacios seguros para ser tú misma
No se trata de exponerte en todos los contextos de golpe, sino de elegir cuidadosamente dónde y con quién empezar a quitarte la máscara. Busca entornos donde puedas permitirte:
No forzar la conversación si no te nace.
Hablar de tus intereses sin sentirte “extraña”.
Mostrar tus gestos de autorregulación sin esconderlos.
Estos espacios pueden ser un grupo de amigas neurodivergentes, una terapeuta neuroafirmativa, una comunidad online o simplemente tu propio hogar.
Ejemplo: Crear una “zona libre de máscaras” en casa donde puedas balancearte, moverte en silencio, usar auriculares o hablar contigo misma sin censura.
4. Escuchar tu cuerpo y tus emociones
El enmascaramiento suele llevar a desconectarnos del cuerpo. Una forma de volver a ti es a través de la autoescucha corporal y emocional. Pregúntate:
¿Qué necesito en este momento?
¿Estoy actuando por deseo o por obligación?
¿Dónde siento tensión cuando intento encajar?
Ejemplo: Si sientes ansiedad antes de un evento social, en vez de obligarte a ir, podrías cuestionar si realmente deseas asistir o si es otro intento de cumplir expectativas.
5. Recuperar conductas autistas que habías suprimido
Muchas conductas naturales fueron reprimidas por miedo a ser juzgada. Recuperarlas es un acto de autenticidad y autorregulación. Puedes volver a:
Hacer stimming (movimientos repetitivos como balancearte, tocar tejidos, mover objetos).
Hablar de tus intereses especiales sin minimizarte.
Elegir formas de comunicación alternativas (escribir, hacer pausas, usar apps).
Ejemplo: Si siempre te gustó alinear objetos o dibujar patrones repetitivos, pero dejaste de hacerlo por sentirte infantil, podrías reintroducir esa actividad como forma de placer sensorial y concentración.
6. Poner límites amorosos
Desenmascararse también implica aprender a decir no. No a los compromisos sociales excesivos, a la exigencia de “ser normal”, a las personas que invalidan tu vivencia. Esto no es egoísmo, es autocuidado.
Ejemplo: Si alguien insiste en que seas “más sociable”, puedes decir: “Me gusta estar contigo, pero necesito espacio para recargarme sola. No significa que no me importe, solo que funciono diferente”.
7. Rodearte de referentes y comunidad
Ver a otras personas autistas viviendo con autenticidad puede darte coraje y claridad. Puedes:
Leer relatos escritos por autistas adultos.
Escuchar podcasts o entrevistas.
Participar en comunidades neurodivergentes.
Ejemplo: Muchas personas encuentran alivio al descubrir videos de TikTok, YouTube o artículos en blogs donde otras personas autistas comparten sus propias estrategias para desenmascararse.

Desenmascararse no es un destino, sino un camino. Implica valentía, paciencia y compasión hacia una misma. Significa dejar de luchar contra tu naturaleza para empezar a habitarla con orgullo. Es entender que ser autista no es un error a corregir, sino una forma legítima de existir.
Vivir con autenticidad es también un acto político: es decirle al mundo que no hay una única manera de sentir, pensar o comunicarse. Que la neurodiversidad enriquece nuestras relaciones, nuestras culturas y nuestras vidas. Y que cada vez que una persona autista se atreve a mostrarse sin máscaras, abre la puerta para que otras también lo hagan.
Es un proceso emocional, a veces incómodo, pero profundamente liberador. No se trata de cambiar quién eres, sino de permitirte ser. Porque vivir con autenticidad no debería ser la excepción, sino el punto de partida.