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La importancia del autoconcepto positivo en mujeres autistas

  • Foto del escritor: Jesus Gomez Frye
    Jesus Gomez Frye
  • 4 ago
  • 8 Min. de lectura
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Durante años, muchas mujeres autistas han crecido sintiéndose diferentes, inadecuadas o invisibles. En un mundo que no reconoce sus formas particulares de sentir, percibir y comunicarse, no es raro que el juicio externo termine colonizando la mirada interna. Así, lo que comienza como una diferencia neurológica se transforma en una herida de identidad.

Pero ¿qué pasaría si esas diferencias fueran vistas como valiosas? ¿Qué cambia cuando una mujer autista empieza a construir un autoconcepto positivo? Cambia todo.

Esta entrada explora por qué es tan necesario —y urgente— fortalecer una imagen positiva de sí mismas en las mujeres autistas, y cómo esto puede convertirse en un acto de transformación profunda y sanadora.


¿Qué es el autoconcepto y por qué importa?


El autoconcepto es la imagen que tenemos de nosotras mismas: cómo nos definimos, cómo nos valoramos y cómo entendemos nuestras capacidades. Está profundamente influido por las experiencias de vida, las relaciones sociales, los mensajes culturales... y, en el caso de las mujeres autistas, también por los estigmas y estereotipos ligados al diagnóstico.

Cuando el entorno transmite constantemente que “eres demasiado sensible”, “muy intensa”, “rara” o “exagerada”, esas palabras terminan moldeando la narrativa interna. Y cuando el diagnóstico llega tarde —como suele ocurrir en mujeres—, muchas ya han internalizado años de confusión, rechazo o sobreesfuerzo.

Un autoconcepto negativo no es solo un pensamiento desagradable. Es un filtro que afecta la autoestima, las decisiones, las relaciones y la salud mental. En cambio, un autoconcepto positivo puede ser una base firme desde donde crecer, defender límites y empezar a vivir con autenticidad.


Particularidades del autoconcepto en mujeres autistas


  • El camuflaje social: muchas mujeres autistas aprenden a enmascarar sus rasgos desde pequeñas para encajar. Esta estrategia, aunque funcional a corto plazo, a menudo conduce a desconexión interna, ansiedad y burnout. En este contexto, el autoconcepto se distorsiona: la persona se define por lo que “debería” ser, no por lo que realmente es.

  • Sobreadaptación y autoexigencia: la constante presión por parecer “normal” puede hacer que muchas mujeres se juzguen con dureza por cada diferencia o dificultad. Esto erosiona la confianza en sí mismas, incluso cuando tienen muchas fortalezas.

  • Diagnóstico tardío y revelación identitaria: recibir el diagnóstico en la adultez suele generar una etapa de duelo, pero también de alivio. Poder nombrar la diferencia puede abrir la puerta a una reconstrucción del autoconcepto: dejar de verse como defectuosa para empezar a reconocerse como neurodivergente.


¿Qué implica un autoconcepto positivo?


Tener un autoconcepto positivo siendo mujer autista no significa verse a través de un lente idealizado ni negar las dificultades reales que puedan existir. Implica, ante todo, reconstruir la propia imagen interna desde el respeto, la validación y la autenticidad, después de años —o incluso décadas— de verse a sí misma a través de los juicios externos.

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Muchas mujeres autistas han crecido sintiendo que "hay algo mal en ellas", en parte porque sus diferencias no fueron entendidas, fueron corregidas con dureza o invisibilizadas. Por eso, un autoconcepto positivo no se construye de forma automática, sino que requiere un proceso activo de desaprendizaje, reparación y reconocimiento.

A continuación, exploramos algunos de los pilares clave de un autoconcepto positivo en mujeres autistas:


1. Autodefinición desde la neurodiversidad

Un autoconcepto positivo empieza por entender que el autismo no es una falla, sino una forma distinta de funcionamiento neurológico. Es comprender que las diferencias en la comunicación, el procesamiento sensorial, la empatía o los intereses no son “defectos” a corregir, sino características legítimas que forman parte de quién se es.

Implica usar un lenguaje interno que refleje esta comprensión: cambiar frases como “soy demasiado intensa” por “siento con profundidad”, o “soy rara” por “soy única”. Las palabras importan, especialmente cuando estructuran la identidad.


2. Reconocimiento de fortalezas

Durante años, el enfoque clínico del autismo se centró en los déficits. Sin embargo, muchas mujeres autistas poseen fortalezas notables, como:

·        Alta sensibilidad ética y justicia social.

·        Pensamiento visual o lógico excepcional.

·        Atención al detalle y percepción aguda.

·        Capacidad de enfoque profundo en temas de interés.

·        Empatía intensa, aunque se exprese de forma no convencional.

Un autoconcepto positivo incluye aprender a nombrar, reconocer y valorar esas fortalezas, y no minimizarlas por no ajustarse al modelo neurotípico.


3. Aceptación de los desafíos sin que definan el valor personal

Tener desafíos en la interacción social, necesitar más tiempo para procesar emociones, o sentirse fácilmente sobreestimulada no convierte a una persona en frágil o menos valiosa. Un autoconcepto saludable permite decir: “A veces me cuesta esto, pero eso no define quién soy”.

Esta aceptación no es resignación: es el punto de partida para buscar apoyos adecuados y generar estrategias adaptadas a las propias necesidades, sin vergüenza ni culpa.


4. Libertad para ser auténtica

Un autoconcepto positivo da permiso para desenmascararse gradualmente: dejar de camuflar los rasgos autistas para agradar o encajar. Significa poder moverse, hablar, vestirse o relacionarse de manera coherente con cómo una se siente por dentro, sin censura.

Esta autenticidad es un acto liberador y muchas veces radical: implica priorizar el bienestar propio por sobre la aprobación externa, algo especialmente desafiante en mujeres, socializadas desde pequeñas para complacer.


5. Reconciliación con la historia personal

Muchas mujeres autistas miran su infancia o adolescencia con tristeza: no fueron comprendidas, se sintieron solas, fueron blanco de burlas o de exigencias imposibles. Un autoconcepto positivo permite mirar hacia atrás con compasión, reconociendo que hicieron lo mejor que pudieron con los recursos que tenían.

No se trata de negar el dolor, sino de sanarlo al integrar una nueva mirada: no fue que “fallaste en ser como las otras”, sino que fuiste diferente y no se te dio el espacio ni el lenguaje para entenderte.

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6. Capacidad de construir límites y tomar decisiones propias

Cuando una mujer autista confía en su valor, le resulta más fácil:

·        Decir "no" sin culpa.

·        Poner límites a relaciones que agotan.

·        Buscar entornos sensorialmente amables.

·        Elegir trabajos, rutinas o formas de vida más compatibles con su estilo neurológico.

Desde un autoconcepto positivo, la vida ya no se vive a la defensiva, sino que puede comenzar a organizarse desde el deseo, la coherencia y el autocuidado.


Caminos para fortalecer el autoconcepto


Reconstruir un autoconcepto positivo siendo mujer autista no es solo un proceso psicológico, sino también un acto político y existencial. Significa desandar los mensajes de invalidez recibidos durante años y abrir espacio a una identidad que honre la autenticidad.

Este camino no es lineal ni idéntico para todas. A continuación, comparto algunas rutas posibles que, combinadas o elegidas según el momento vital, pueden facilitar ese proceso de reconstrucción interna:


1. Recuperar y resignificar la propia historia

Uno de los primeros pasos es mirar hacia atrás con una nueva perspectiva. Muchas mujeres autistas, al recibir el diagnóstico en la adultez, comienzan a revisar su vida con otros ojos: las “rarezas” de la infancia, el agotamiento en la adolescencia, los colapsos sin explicación, las dificultades para adaptarse socialmente.

Poder decirse: “No era que estaba fallando, era que era autista y nadie lo sabía” puede ser profundamente liberador. Este proceso permite resignificar el pasado no como una colección de fracasos, sino como una historia de resistencia, sensibilidad e inteligencia mal interpretada.

💡 Estrategia práctica: escribir una línea de tiempo personal con momentos clave y releerla desde la nueva comprensión neurodivergente.


2. Construir una narrativa propia

La identidad autista femenina ha sido invisibilizada por mucho tiempo. Por eso, construir una narrativa personal —propia, íntima, sentida— se vuelve esencial. Esa narrativa debe incluir tanto las luces como las sombras, sin caer en extremos (ni en el autodesprecio ni en la idealización).

Hablar de sí misma como una mujer autista, en voz alta o por escrito, es un acto de afirmación. Ponerle palabras al mundo interno es empezar a habitarlo con dignidad.

💡 Estrategia práctica: iniciar un diario o blog personal, escribir cartas a tu “yo” del pasado o participar en espacios de escritura colectiva de mujeres neurodivergentes.


3. Desenmascaramiento progresivo

El enmascaramiento —modificar la conducta para parecer neurotípica— ha sido una estrategia de supervivencia para muchas mujeres autistas. Sin embargo, mantener esta fachada a largo plazo tiene un alto costo emocional y físico.

Fortalecer el autoconcepto implica reducir progresivamente el camuflaje, permitirse más autenticidad, y hacerlo de forma segura y autocompasiva. No se trata de exponerse sin protección, sino de elegir conscientemente cuándo y dónde mostrarse tal cual se es.

💡 Estrategia práctica: Identificar espacios seguros donde empezar a desenmascararse (una amistad, un grupo online, una actividad creativa).


4. Buscar referentes y comunidad

Una de las formas más poderosas de validación es el encuentro con otras personas que han vivido experiencias similares. Escuchar otras voces, leer testimonios de mujeres autistas, compartir dudas y logros es una forma de espejarse y, al mismo tiempo, romper el aislamiento.

La comunidad autista, especialmente la femenina, está creciendo y cada vez es más diversa. Participar en ella no solo brinda contención emocional, sino también recursos, lenguaje y modelos positivos de identidad.

💡 Estrategia práctica: seguir cuentas neurodivergentes en redes, participar en grupos de apoyo, leer libros y textos escritos por mujeres autistas (no solo sobre ellas).


5. Psicoterapia con enfoque neuroafirmativo

Tener un espacio terapéutico donde no se patologice la neurodivergencia es crucial. La terapia, cuando se da con profesionales que comprenden y validan el autismo, puede facilitar el proceso de integrar la identidad autista con las demás dimensiones de la vida: la historia familiar, las relaciones, la autoimagen, el cuerpo.

Más que buscar “corregir” conductas autistas, se trata de acompañar el fortalecimiento interno desde la autoaceptación, el establecimiento de límites y el desarrollo de herramientas para el bienestar.

💡 Estrategia práctica: Buscar terapeutas especializados en autismo adulto y con enfoque neuroafirmativo (puedes preguntar directamente por su formación y experiencia con mujeres autistas).


6. Prácticas de autocompasión y lenguaje interno amable

La voz interior de muchas mujeres autistas está cargada de autoexigencia, juicio y perfeccionismo. Cambiar esa narrativa interna es una parte esencial del fortalecimiento del autoconcepto.

La autocompasión no es indulgencia ni debilidad. Es la capacidad de ofrecerse amabilidad frente al dolor, de no exigirse “normalidad”, de sostenerse a una misma cuando el mundo externo no entiende. Es poder decirse: “Estoy haciendo lo mejor que puedo, y eso es suficiente”.

💡 Estrategia práctica: practicar afirmaciones neuroafirmativas, ejercicios de mindfulness adaptado o escribir notas de aliento a una misma.


7. Elegir entornos que no dañen

Finalmente, ningún trabajo interno puede sostenerse si el entorno es hostil o invalidante. Fortalecer el autoconcepto también implica tomar decisiones valientes: alejarse de vínculos tóxicos, rechazar trabajos o ambientes que exigen camuflaje extremo, y construir entornos donde se pueda vivir en coherencia.

Esto no siempre es fácil, pero a largo plazo es una de las decisiones más protectoras para la salud mental y emocional.

💡 Estrategia práctica: revisar regularmente con qué personas o lugares te sientes más tú, más libre, más en paz… y priorizarlos.


Conclusiones


Fortalecer un autoconcepto positivo en mujeres autistas no es un lujo ni un objetivo abstracto: es una necesidad vital, un acto de justicia emocional y un proceso profundamente transformador. Significa mirarse con nuevos ojos, liberarse de años de juicio externo e interno, y empezar a reconstruir una identidad propia, genuina, libre de máscaras.

Implica comprender que el autismo no es un error que deba corregirse, sino una forma válida de estar en el mundo. Que las diferencias sensoriales, comunicativas o emocionales no son fallas, sino manifestaciones de una neurodivergencia que merece respeto. Que se puede vivir desde la sensibilidad, la intensidad y la profundidad sin pedir perdón por ello.


Cultivar un autoconcepto positivo es también permitirse desenmascararse progresivamente, habitar espacios más amables, elegir vínculos que nutran y no exijan constante adaptación. Es practicar la autocompasión como acto cotidiano, resignificar la historia personal, y dejar de verse como “demasiado” o “insuficiente”.

Este camino no se transita en soledad: se fortalece al encontrar comunidad, al leer otras voces que reflejan lo vivido, al nombrarse desde un lenguaje propio. Y en ese proceso, cada mujer autista no solo se reencuentra consigo misma, sino que ayuda a construir nuevas narrativas colectivas, más justas, más amplias, más reales.

Porque sí: una mujer autista que se reconoce, se valida y se acepta, no solo florece... también rompe con el silencio y abre camino para muchas otras.

 

 
 
 

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