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Tratando de comprender quién soy después de mi diagnóstico de autismo

  • Foto del escritor: Jesus Gomez Frye
    Jesus Gomez Frye
  • 10 oct
  • 5 Min. de lectura
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Una mirada comprensiva desde la experiencia de las mujeres


El diagnóstico no es el final del camino, sino el comienzo


Recibir un diagnóstico de autismo en la adultez puede sentirse como si todo se moviera bajo nuestros pies. A veces llega como alivio —por fin hay una explicación a lo que antes parecía confuso—, pero también puede remover profundamente nuestra identidad. Muchas mujeres describen este momento como si se encendiera una luz nueva sobre su historia: de repente entienden por qué ciertas situaciones sociales resultaban agotadoras, por qué necesitan rutinas para sentirse seguras o por qué siempre sintieron que “funcionaban diferente”.

Este descubrimiento puede traer paz, pero también tristeza por todas las veces en que se sintieron “equivocadas” sin saber por qué. Y ahí empieza el verdadero viaje: reconstruir quiénes somos con esta nueva mirada.


1. El peso del camuflaje: cuando fingir se vuelve rutina

Durante años, muchas mujeres autistas han aprendido a “camuflar” sus rasgos para poder encajar. Esto puede significar imitar gestos sociales, ensayar conversaciones, ocultar la incomodidad frente a ciertos ruidos o texturas, o forzarse a participar en dinámicas agotadoras.

Este esfuerzo suele pasar desapercibido desde fuera, pero tiene un costo alto: ansiedad, cansancio constante, pérdida de autoestima y, sobre todo, una desconexión profunda con la propia identidad. A veces, cuando por fin se baja la máscara, cuesta reconocerse sin ella.

Reconocer este camuflaje no es un acto de debilidad, sino un paso valiente. Es el primer movimiento hacia la pregunta que marca el inicio de la reconstrucción: “¿Quién soy cuando no estoy intentando agradar a todos?”


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2. No eras invisible: el autismo en mujeres se manifiesta distinto

Durante mucho tiempo, los criterios para diagnosticar el autismo se basaron en cómo se presenta en los hombres. Por eso, muchas mujeres crecieron sin que nadie notara sus diferencias. Sus intereses intensos pasaban por “aficiones normales”, su capacidad para imitar comportamientos sociales disfrazaba las dificultades, y la sobrecarga sensorial se confundía con ansiedad o depresión.

Esto explica por qué tantas mujeres reciben el diagnóstico tarde, a menudo después de haber sido mal diagnosticadas con otros trastornos. Entender esto ayuda a sanar: no se trata de no ser “lo bastante autista”, sino de que el mundo no sabía cómo mirar nuestra forma de ser.


3. Reconstruir la identidad: un proceso lento pero poderoso

Saber que eres autista puede cambiar la manera en que te ves a ti misma. Muchas mujeres pasan por varias etapas después del diagnóstico:

  • Reconocimiento: empiezan a ver su historia con otros ojos.

  • Duelo: por las oportunidades perdidas o por no haber entendido antes su forma de ser.

  • Exploración: prueban nuevas maneras de cuidarse, ponen límites, ajustan sus rutinas.

  • Integración: logran aceptar y abrazar esta nueva identidad, sin perder las partes de sí mismas que siempre estuvieron ahí.


Este camino no es lineal. A veces avanzamos, otras retrocedemos, y eso es completamente normal. Acompañarse de profesionales que entiendan el autismo en mujeres y de redes de apoyo donde se pueda hablar sin máscaras puede hacer toda la diferencia.


Herramientas para acompañar este proceso


·       Explora tus necesidades sensoriales: anota qué cosas te sobreestimulan y cuáles te dan calma. Cambios simples —como el tipo de tela que usas o la iluminación del lugar donde trabajas— pueden mejorar tu bienestar.

·       Practica bajar la máscara con cuidado: elige momentos y personas seguras para mostrarte sin camuflaje y observa cómo te sientes. Este paso puede ayudarte a reconectar con tu forma auténtica de estar en el mundo.

·       Busca acompañamiento informado: terapeutas con conocimiento en autismo femenino pueden ayudarte a manejar la ansiedad, establecer límites y reconstruir tu identidad desde el autocuidado.

·       Conecta con otras mujeres autistas: compartir experiencias con personas que entienden lo que vives no solo valida tus emociones, también ofrece estrategias reales para el día a día.

·       Infórmate desde distintas voces: combina lecturas científicas con relatos escritos por mujeres autistas. La ciencia aporta comprensión, y las experiencias personales aportan profundidad y humanidad.


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Mitos frecuentes que merecen ser desmontados


🚫 “Si me diagnosticaron de adulta, entonces no soy realmente autista.”Falso. Las diferencias en cómo se presenta el autismo en mujeres han llevado a diagnósticos tardíos durante décadas. Eso no invalida tu experiencia ni tu identidad.

🚫 “El diagnóstico define quién soy.”No. El diagnóstico es una herramienta para entenderte mejor, no una caja que limite tu identidad. Eres mucho más que una etiqueta: tu historia, tus pasiones, tus relaciones y tus valores siguen ahí.

🚫 “Todas las personas autistas tienen las mismas características.”No existen dos personas autistas iguales. Aunque compartan ciertos rasgos, cada historia, sensibilidad e interés es única. El diagnóstico explica parte de quién eres, pero no describe tu individualidad.

🚫 “Si pude estudiar, trabajar o tener relaciones, entonces no soy autista.”El autismo no impide necesariamente lograr metas o construir vínculos. Muchas mujeres autistas desarrollan estrategias para funcionar en entornos que no siempre se adaptan a ellas. Eso no significa que su experiencia no sea válida ni que sus desafíos no existan.

🚫 “Ser autista significa no tener empatía.”Este es uno de los mitos más dañinos. Las investigaciones muestran que muchas personas autistas sienten empatía de manera profunda, aunque a veces la expresen de formas diferentes a lo esperado socialmente. No es falta de empatía, sino una empatía distinta.

🚫 “Ya no tiene sentido revisar mi pasado, lo hecho está hecho.”Comprender tu historia desde una nueva perspectiva puede ser profundamente reparador. Revisar tu infancia, tus relaciones y tus decisiones a la luz del diagnóstico no cambia el pasado, pero sí puede sanar heridas y ayudarte a construir el futuro con más compasión.


Aprender a mirarte con más compasión


Comprender quién eres después del diagnóstico es un acto profundo de autoconocimiento. Implica desaprender años de exigencias externas, redescubrir tus verdaderas necesidades y empezar a tratarte con la empatía que siempre mereciste.

Este proceso no se trata de “convertirse en alguien nuevo”, sino de integrar todas tus piezas: la niña que fuiste, la adulta que sobrevivió, y la mujer que ahora puede elegir vivir sin máscaras. El diagnóstico no borra lo que has sido; te da un nuevo lenguaje para amarte con más comprensión.


 Recursos y lecturas recomendadas


  • Bargiela, S., Steward, R., & Mandy, W. (2016). The Experiences of Late-diagnosed Women with Autism Spectrum Conditions: An investigation of the female autism phenotype and its impact. Autism.

  • Hull, L., et al. (2017). “Putting on My Best Normal”: Social Camouflaging in Adults with Autism Spectrum Conditions. Autism.

  • Lai, M.-C., et al. (2015). Sex/gender differences and autism: setting the scene for future research. Current Opinion in Neurology.

  • Cook, J., et al. (2021). Camouflaging in autism: A systematic review. Autism.

  • Harmens, M., et al. (2022). Autistic women's diagnostic experiences: Interactions with services and identity outcomes. Autism.

 
 
 

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