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Un nuevo enfoque en autismo: diversidad, derechos y bienestar

  • Foto del escritor: Jesus Gomez Frye
    Jesus Gomez Frye
  • hace 11 minutos
  • 4 Min. de lectura

Durante décadas, el autismo ha sido comprendido principalmente desde una mirada médica y deficitaria: como un trastorno que debía corregirse. Sin embargo, en los últimos años, ha emergido un nuevo paradigma que replantea por completo esta visión. Este enfoque, profundamente anticapacitista, neuroafirmativo, interseccional y centrado en la funcionalidad real de las personas, busca no solo comprender el autismo como una diferencia neurológica, sino también garantizar los derechos, la dignidad y el bienestar de quienes lo experimentan.


Hacia una mirada anticapacitista


El capacitismo es un sistema de opresión que valora más ciertos cuerpos y modos de funcionar que otros. Bajo este sistema, las personas con discapacidad —incluidas las neurodivergentes— son vistas como “menos”, “defectuosas” o “incompletas”. El nuevo enfoque en autismo adopta una postura anticapacitista: reconoce que la discapacidad no reside solo en las características del individuo, sino también en las barreras sociales, actitudinales y estructurales que impiden su plena participación.

Desde esta perspectiva, se pone énfasis en el respeto a los derechos humanos, en la autonomía y en la participación activa de las personas autistas en decisiones que afectan sus vidas. Como señala la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad de la ONU, el respeto por la dignidad inherente y la autonomía individual son pilares fundamentales.


Enfoque neuroafirmativo: de los déficits a las fortalezas


La visión médica tradicional del autismo ha enfatizado los "síntomas", los "déficits" y la "intervención temprana" para "normalizar". Frente a esto, el enfoque neuroafirmativo propone comprender el autismo como una expresión válida de la diversidad neurológica humana.

Este enfoque —respaldado por movimientos como el de la neurodiversidad, acuñado por Judy Singer en los años 90— resalta que las personas autistas tienen formas de percibir, procesar e interactuar con el mundo que no son incorrectas, sino diferentes. Algunas de estas diferencias incluyen una fuerte atención al detalle, pensamiento lógico, pasión intensa por temas de interés, o sensibilidad sensorial.

Numerosos estudios actuales (por ejemplo, Mottron, 2021) proponen dejar de enfocarse en la “normalización” y comenzar a crear contextos donde las personas autistas puedan florecer según sus propias formas de ser, pensar y aprender.


La interseccionalidad importa


Una persona autista no vive el autismo de forma aislada. Vive también su género, su raza, su orientación sexual, su situación socioeconómica. El enfoque interseccional, introducido por Kimberlé Crenshaw (1989), nos recuerda que las desigualdades se entrecruzan y que no todas las personas autistas enfrentan las mismas barreras.

Por ejemplo, las mujeres autistas suelen recibir diagnósticos mucho más tardíos que los hombres, lo que genera consecuencias negativas para su salud mental y acceso a apoyos. Las personas racializadas, migrantes o de bajos recursos enfrentan aún más obstáculos para el diagnóstico, reconocimiento y acceso a terapias respetuosas.

Incorporar una mirada interseccional es esencial para garantizar políticas inclusivas y equitativas que no dejen a nadie atrás.


Un nuevo paradigma de discapacidad: la neurodivergencia


En lugar de entender el autismo como una “anomalía” dentro de un sistema nervioso “típico”, el nuevo paradigma reconoce que todos los seres humanos tenemos cerebros únicos: estructuras con similitudes, pero con funciones diversas. Así nace el concepto de neurodivergencia, que incluye no solo el autismo, sino también otras formas de funcionamiento como el TDAH, la dislexia o el síndrome de Tourette.

Este enfoque, más naturalista y funcional, se aleja del ideal de un “cerebro normativo” y nos invita a pensar en términos de variabilidad humana. Como plantean investigadores como Thomas Armstrong (2010), estas diferencias neurológicas no deben ser vistas como errores, sino como parte natural de la biodiversidad de nuestra especie.


Terapias que promuevan la identidad y la autodeterminación


Muchas terapias tradicionales para el autismo han sido cuestionadas por enfocarse en la supresión de conductas autistas (como el aleteo, la ecolalia o evitar contacto visual), sin tener en cuenta el impacto emocional que esto puede generar. Hoy se promueven enfoques terapéuticos que validen la identidad neurodivergente y promuevan habilidades útiles y significativas para la vida de cada persona.

Algunas de estas prácticas incluyen:

  • Terapias centradas en el desarrollo de la comunicación funcional y no forzada.

  • Apoyos en autorregulación sensorial.

  • Intervenciones centradas en intereses especiales.

  • Acompañamientos psicoeducativos sobre identidad autista y derechos.

Todo esto bajo el principio de la escucha activa de la persona autista y su protagonismo en su propio proceso.


Naturalista y funcional: aprendizaje con sentido


Finalmente, el nuevo enfoque propone que las metas educativas y terapéuticas no estén orientadas a que la persona “se parezca más a los demás”, sino a que desarrolle habilidades útiles para su bienestar, autonomía y participación social. ¿Tiene sentido enseñarle a un niño autista a dar la mano si eso le genera ansiedad, cuando podría aprender a saludar de otras formas que sí se sientan naturales para él?

El modelo funcional y naturalista promueve aprendizajes vinculados con la vida real: cómo manejar rutinas, desarrollar relaciones positivas, autorregularse, defender sus derechos y tomar decisiones.


Conclusión


Estamos frente a una transformación histórica en la manera de entender el autismo. Este nuevo enfoque —basado en el respeto, la evidencia científica y la justicia social— nos invita a dejar atrás paradigmas clínicos que han invisibilizado el sufrimiento y las capacidades de las personas autistas. Y nos abre la puerta a un futuro donde ser diferente no solo sea aceptado, sino valorado como parte esencial de la condición humana.

 
 
 

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