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Validación personal tras el diagnóstico de autismo: una mirada desde lo femenino

  • Foto del escritor: Jesus Gomez Frye
    Jesus Gomez Frye
  • 12 abr
  • 6 Min. de lectura

“Finalmente entendí que no estaba rota. Solo era diferente.”— Testimonio anónimo de una mujer autista diagnosticada en la adultez
“Finalmente entendí que no estaba rota. Solo era diferente.”Testimonio anónimo de una mujer autista diagnosticada en la adultez

Durante décadas, el autismo fue concebido desde un lente predominantemente masculino. Los manuales diagnósticos, las herramientas de evaluación y hasta las representaciones en medios se centraron en los varones, invisibilizando una realidad que afecta profundamente a muchas mujeres: crecer sin saber que son autistas. Para muchas, recibir un diagnóstico en la adultez no es solo una etiqueta médica, sino un proceso profundamente transformador que abre la puerta a la validación personal.


Invisibles a los ojos clínicos


A pesar de que la prevalencia de diagnóstico en varones es mayor, investigaciones recientes han comenzado a cuestionar esta disparidad. Según la Dra. Judith Gould, psicóloga clínica y experta en autismo, "las mujeres y niñas autistas a menudo son pasadas por alto porque presentan rasgos menos evidentes o desarrollan estrategias de enmascaramiento social desde edades tempranas" (Gould & Ashton-Smith, 2011).

Estas estrategias —también llamadas camuflaje social— permiten que muchas mujeres se adapten superficialmente a las expectativas sociales, pero a un alto costo psicológico. La psicóloga clínica Dr. Tania Marshall, autora de I Am AspienWoman, describe que "muchas mujeres autistas no se ajustan al perfil clásico de autismo. Son empáticas, creativas, y han aprendido a observar y replicar comportamientos sociales, lo que puede llevar a diagnósticos erróneos o tardíos".


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El diagnóstico como punto de inflexión


Recibir un diagnóstico de autismo en la adultez —especialmente siendo mujer— no es simplemente obtener una respuesta médica. Es, en muchos casos, un momento de revelación existencial. Es el punto de inflexión donde toda una vida de incomprensión, autoexigencia y agotamiento empieza a tener sentido.


El alivio de tener un nombre para lo innombrado


Muchas mujeres autistas relatan que, al recibir el diagnóstico, lo primero que sintieron fue alivio. Un tipo de alivio profundo, visceral, como si por fin alguien hubiera encendido la luz en una habitación que llevaban toda la vida habitando a oscuras.

La psicóloga clínica Dra. Laura Hull, investigadora del Centre for Research in Autism and Education en University College London, lo resume así:

“El diagnóstico puede proporcionar una sensación de validación, permitiendo a las personas reinterpretar sus experiencias pasadas con una nueva perspectiva que no está basada en la culpa o el fallo personal.”

Este alivio no proviene únicamente del reconocimiento clínico, sino de poder nombrar lo que durante años fue una fuente de confusión: la dificultad para sostener interacciones sociales, la sensibilidad extrema a estímulos, la sensación constante de estar fuera de lugar, la necesidad de retirarse para recargar.


El duelo por la historia no vivida


Pero junto al alivio, muchas mujeres también atraviesan un proceso de duelo. Duelo por la infancia en la que no fueron comprendidas. Por los diagnósticos erróneos. Por las relaciones rotas por malentendidos. Por haber intentado —con dolorosa constancia— ser alguien que no eran.

Como expresa la autora y divulgadora Sarah Hendrickx, diagnosticada en la adultez:

“El diagnóstico fue liberador, pero también devastador. Pensé en lo diferente que podría haber sido mi vida si lo hubiera sabido antes. Me tomó tiempo reconciliarme con eso.”

Este duelo es legítimo y necesario. Validar esa pérdida ayuda a procesarla y evitar que se convierta en rencor o autoacusación. Implica reconocer que, aunque el diagnóstico llega tarde, aún hay mucho por reconstruir y reclamar.


El renacimiento identitario


Con el diagnóstico comienza también un proceso de reconstrucción identitaria. Muchas mujeres se dan cuenta de que han construido su personalidad en función de lo que se esperaba de ellas, no de lo que realmente sentían. Durante años, aprendieron a "actuar" en lo social, a mimetizarse, a reprimir sus necesidades sensoriales y emocionales.

En este contexto, el diagnóstico puede vivirse como un acto de permiso: puedes ser tú misma, y eso está bien.

La terapeuta y educadora autista Kieren Rose lo explica así:

“El diagnóstico puede convertirse en un punto de partida para deshacer años de camuflaje, permitiendo a la persona empezar a vivir de forma más auténtica, más libre, más plena.”

Este renacimiento no es inmediato ni sencillo. Requiere tiempo, apoyo, y mucha autoexploración. Pero es profundamente transformador.



Reencuentro con una misma


Finalmente, el diagnóstico permite un reencuentro con aspectos olvidados o reprimidos de una misma: la creatividad que fue considerada “rara”, la intensidad emocional que fue etiquetada como “exageración”, la necesidad de rutinas y calma que fue vista como “rigidez”.

Muchas mujeres describen este proceso como volver a casa.

Escribir, hablar, leer sobre autismo femenino se convierte entonces en parte del proceso de validación. El lenguaje se vuelve herramienta de reconstrucción: nombrarse como autista no es ponerse una etiqueta limitante, sino reclamar la totalidad de una experiencia que por fin tiene lugar, nombre y valor.


Romper el ciclo del autoboicot


El diagnóstico de autismo puede actuar como un espejo: uno que no solo muestra quién eres, sino todo lo que intentaste no ser para sobrevivir. Muchas mujeres autistas han pasado gran parte de su vida intentando encajar en moldes neurotípicos, adoptando conductas ajenas, silenciando sus necesidades, y criticándose duramente por no “funcionar” como los demás. Este esfuerzo constante y agotador suele cristalizarse en una dinámica sutil pero persistente de autoboicot.

Desde la infancia, muchas mujeres autistas han recibido mensajes explícitos o implícitos de que son “demasiado intensas”, “complicadas”, “difíciles de tratar” o “excesivamente sensibles”. En lugar de fomentar su autorregulación emocional o sus intereses particulares, el entorno suele empujarlas hacia la conformidad: ser agradables, ser sociales, ser silenciosas, ser normales.

Como describe la Dra. Devon Price, psicólogo social y autor de Unmasking Autism,

“Muchas personas autistas se sienten culpables por tener necesidades diferentes. Se convencen de que si no pueden adaptarse, el problema son ellas. Así, interiorizan el capacitismo y comienzan a castigarse por ser como son.”


Ese castigo toma la forma del autoboicot:

  • Postergarse constantemente

  • Subestimar logros

  • Reprimirse en espacios sociales

  • Silenciar ideas o emociones

  • Invalidar sus propios límites


El diagnóstico como interruptor de la narrativa


Al recibir un diagnóstico, muchas mujeres experimentan un cambio radical en la narrativa interna: por primera vez, comprenden que no son fallidas, son neurodivergentes. Y eso no es una debilidad, sino una diferencia neurológica que implica un tipo distinto de percepción, procesamiento y experiencia del mundo.

Pero entender esto intelectualmente no borra años de crítica interna. Romper el ciclo del autoboicot implica más que saber que una es autista: implica desaprender el desprecio hacia la propia autenticidad.

La neuropsicóloga autista Dr. Jac den Houting describe este proceso como

“la transición de vivir según las expectativas externas, a vivir desde la autorreflexión y la autoaceptación. Es dejar de intentar ser la versión que los demás toleran, y convertirse en la versión que una misma necesita ser.”


Pasos hacia una nueva narrativa

Romper con el autoboicot no es un acto único ni inmediato. Es un proceso progresivo que se construye desde la conciencia y la compasión. Algunas claves incluyen:

  • Nombrar las voces internas autocríticas: identificar los mensajes aprendidos (“No soy suficiente”, “No encajo”) y cuestionar su origen.

  • Redefinir el éxito: muchas mujeres autistas han medido su valor en términos de productividad o validación externa. Reaprender a valorar el descanso, la coherencia interna y el bienestar es revolucionario.

  • Honrar las necesidades neurológicas: permitirse regular estímulos, evitar lo que sobrecarga, y diseñar entornos compatibles con su funcionamiento real.

  • Rodearse de comunidad neuroafirmativa: encontrar otras mujeres autistas o espacios que validen la diferencia y la diversidad neurológica puede ser sanador.


La autocompasión como práctica radical


Autoboicot y autocompasión son fuerzas opuestas. Y para muchas mujeres autistas, aprender a tratarse con ternura es un acto profundamente radical. Significa dejar de exigirse encajar, dejar de pedir perdón por existir de determinada manera, y comenzar a reconocerse con dignidad, incluso en la diferencia.

Como escribió la poeta y activista autista Jenara Nerenberg:

“Las mujeres autistas no necesitan corrección. Necesitan espacio para florecer a su manera.”

Romper el ciclo del autoboicot es, en última instancia, un acto de liberación. Es el momento en que una mujer autista deja de luchar contra sí misma y comienza, por fin, a caminar consigo.


Una mirada más humana, más completa


El camino tras el diagnóstico no es lineal ni exento de desafíos. Sin embargo, el sentido de reconocimiento y pertenencia que puede surgir es inmenso. Muchas mujeres encuentran comunidad en otras experiencias similares, y empiezan a escribir —literal o metafóricamente— nuevas versiones de sí mismas.

En palabras de la autora y activista autista Lydia X. Z. Brown: "la validación no es indulgencia. Es supervivencia. Cuando por fin nos vemos con claridad, podemos comenzar a vivir de verdad".


Referencias


  • Gould, J., & Ashton-Smith, J. (2011). Missed diagnosis or misdiagnosis? Girls and women on the autism spectrum. Good Autism Practice.

  • Marshall, T. (2015). I Am AspienWoman: The Unique Characteristics, Traits and Gifts of Adult Females on the Autism Spectrum.

  • Autistica UK (2021). Autism and Diagnosis Report.

  • Bargiela, S. (2017). Autism in Women [Documental].

  • Brown, L. X. Z. (2013). Autistic Hoya [Blog].


 

 
 
 

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